¿Cuáles eran tus héroes o heroínas de la infancia? Yo tenía varios. Sin embargo, si había un dibujito que me hipnotizaba y atrapaba era el de He-Man y el de su versión femenina, She-Ra (la princesa del poder).
La magia que se producía en el instante en el que ambos transmutaban, en apenas segundos, y pasaban de simples mortales a todopoderosos me generaba curiosidad -y muchas, muchísimas ganas de tener esa espada y convertirme en heroína-. ¿Qué atrapa de esa historia? ¿Acaso, que pelean contra los malvados? Puede ser, sin embargo no es un argumento muy distante del que podemos encontrar en cualquier otro dibujo o película. Es casi la trama más trillada del mundo. ¿Entonces?
La posibilidad de convertirnos en una versión mejorada de quiénes somos es, sin dudas, la respuesta. Y no de cualquier manera, pues la lección que aprendimos con She-Ra y He-Man es que bastaba con tan solo sacar la espada e invocar el "Poder de Grayskull". Claro que, ¿quién pudiera tener esa espada? ¡Pues todos!
Me voy a tomar unos pocos minutos para hacer un rápido análisis del simbolismo de esa transmutación a la que se someten Adora y Adam, dos jóvenes tranquilos, por momentos hasta algo tímidos, que apelan al secreto de la espada para convertirse en héroes poderosos e invencibles. Lo interesante de este rito que realizan para cambiar el ropaje de Adam por el de He-Man y el de Adora por el de She-Ra es que esa espada, en la que muchos seguramente depositamos los ojos y el verdadero poder cual varita mágica, en realidad oficia de canal o antena. Adam saca su espada, que lleva siempre consigo, la eleva y decreta "Por el poder de Grayskull, ya tengo el poder" mientras su espada sintoniza con ese poder que se visualiza en forma de una luz resplandeciente que lo envuelve, convirtiéndolo en "el hombre más poderoso del universo". Lo mismo sucede con Adora y su transformación en She-Ra.
El poder no baja del cielo, no es otorgado a él por un otro ni es fruto de una pócima mágica que bebe. Eleva su espada -símbolo de la lucha, si los hay- y sintoniza a través de ella con un poder que se irradia desde él mismo, convirtiéndolo en He-Man. En otras palabras: el poder es algo con lo que podemos sintonizar, apelando a nuestra parte más aguerrida, declarándolo ("ya tengo el poder") y conectando con nosotros y, principalmente, con nuestro propósito.
La lección de He-Man y She-Ra, entonces, es que con desearlo, visualizarlo, decretarlo y actuar en consecuencia todos podemos convertirnos en superhéroes. El poder está ahí, en nosotros, dentro nuestro; pero en el día a día, de manera inconsciente, la mayoría de las veces se lo vamos entregando al afuera, a otros, a las situaciones, al contexto, convirtiéndonos en personas dependientes, supeditando nuestra vida y aquello que hacemos -y lo que no- a las decisiones o escenarios externos.
La fuerza para dejar de ser víctimas del afuera y convertirnos en superhéroes hacedores y vencedores está en nuestro interior.
¿Qué actitud tomas frente a la vida en general? ¿Víctima o creador/a? Hacerse cargo, asumir la responsabilidad -tanto de los buenos resultados como de los que, al menos en primera instancia, no nos gustan- es tomar una actitud creadora frente la vida. Es común ver personas que se ponen en el lugar de la víctima (de un otro o de las circunstancias) y depositan todo en el afuera: "No pude ir al gimnasio porque se largó a llover", "me siento horrible porque Pedro me dijo que la ropa me quedaba mal", "estoy feliz porque Ana finalmente me llamó", "voy a cambiar de carrera porque la que me gusta no me va a dar de comer", "me echaron del trabajo porque no saben valorarme", etc.
Podríamos seguir con miles de ejemplos que experimentamos a diario. Echar culpas o responsabilidades fuera parece ser un mecanismo no solo de defensa sino también de alivio para muchos. Es como una vocecita que nos susurra: "Tranquilo, no es tu culpa" y ahí respiramos. Yo te pregunto: ¿de quién es la responsabilidad de haberse quedado en casa en lugar de haber ido al gimnasio? ¿Tuya o del clima? ¿De quién es la responsabilidad de que no hacerse valorar en el trabajo o de haberse quedado en un lugar en el que no era valorado?
El asunto es que, además de preguntarnos con qué o quién estamos comprometidos que sea más importante que nosotros, es fundamental detectar si nuestras emociones, estados de ánimo, felicidad o infelicidad, alegría o tristeza, incluso el rumbo en la vida dependen de lo que sentimos o de lo que los demás indican (incluidos los mandatos sociales).
Por último, recuerda que no es fácil. Nadie dijo que el camino hacia la sanación y la superación personal lo fuera. Sin embargo, tampoco es difícil. Se trata de comprometerse con uno mismo, trabajar para uno, por uno y con uno, porque nadie más puede hacerlo por ti.
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